¿Por Qué Dios? Él No nos Avergüenza

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Algunas personas piensan que Dios se centra en nuestra vergüenza. Pero si eso es cierto, ¿por qué Jesús fue tan extraordinariamente amoroso y misericordioso con los pecadores?

¿Y por qué voluntariamente hizo LA declaración definitiva, mientras colgaba de la cruz, sobre el profundo deseo de Dios de reconciliarse con nosotros?

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Durante más de 50 años, el Ministerio de Josh McDowell ha llevado a los buscadores a un conocimiento más profundo de la verdad y el poder de Dios. Les ofrecemos nuestros conocimientos acumulados e investigaciones (Página en inglés), para ayudarlos a encontrar la verdad y el aliento para vivir una vida sana y completa en Cristo.


No es vergüenza, sino reconciliación

Dios es justo y santo. Entonces nuestro pecado le importa. Pero a través de sus acciones y palabras, Jesús dejó en claro que Dios quiere darnos todas las oportunidades para ser humildes y reconectarnos en una relación correcta con él. Dios no se frota las manos con regocijo esperando castigarnos con la separación eterna de su presencia. Pero Él nos ha dado libre albedrío, así que, en última instancia, tomamos esta decisión por nosotros mismos.

Adán y Eva nos proporcionaron el manual del propietario sobre cómo pecar. Sin embargo, incluso mientras comían la fruta que les abrió los ojos a cuánto acababan de perder, Dios les mostró tierna compasión. Primero, les dio la oportunidad de confesar para quitarles la vergüenza. Desafortunadamente, Adán decidió pasarle la pelota a Eva. Y Eva culpó a la serpiente.

La Biblia no nos da muchos detalles sobre la conversación de Dios con Adán y Eva antes de que decidiera expulsarlos del paraíso. Quizás no se arrepintieron. O tal vez hicieron mamola burlándose de Dios, confiando en que les iría bien sin Él. (¿Te suena familiar?)

Cualquiera que fuera su actitud, Dios no los abandonó. Los vistió, incluso cuando los obligó a dejar la vida hermosa, fácil y libre de estrés que había destinado para ellos. Mantuvo una relación con ellos, dándoles continuamente la oportunidad de ser humildes ante Él. Pero su pecado los llevó a pecar más; uno de sus hijos incluso asesinó a su propio hermano.

A estas alturas, millones han perdido la vida a manos de otros. El pecado, en todas sus formas, abunda. Sin embargo, Dios continúa extendiéndonos Su gracia. Al venir como el  Mesías, nos ofreció la única manera de dejar atrás el dolor de nuestra vergüenza. Cuando regrese, esta vez como Juez, sus seguidores experimentarán personalmente el nuevo paraíso, esta vez para siempre, con el pecado ya no más presente.  

Les Parrot (Página en inglés), psicólogo clínico, ofrece una explicación de cómo difieren la simpatía y la empatía. La simpatía, dice, es estar de pie en la orilla y arrojar un salvavidas a la persona que lucha en el océano. La empatía es elegir sumergirse en las olas frías y agitadas, poniéndose en riesgo, para llevar personalmente a la persona que se está ahogando a un lugar seguro.

Este acto es tan raro que llamamos héroes a estas personas. En el caso de Dios, lo llamamos Salvador.

Adán y Eva tomaron la decisión de rechazar a Dios e instantáneamente sintieron la vergüenza de su decisión. La Biblia dice que toda la humanidad comparte su vergüenza, porque compartimos su naturaleza caída. Pero luego vino Jesús. ¿Lo conoces todavía?


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Sheri escribe y edita para Josh McDowell Ministry.
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