FOLLETO APOLOGÉTICO QUE EXAMINA LAS PRUEBAS OBJETIVAS DE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO (DISPONIBLE SOLO EN INGLÉS).
En esta publicación de blog que explora la validez de la resurrección de Cristo, te invitamos a considerar la evidencia histórica y objetiva que da a los creyentes la certeza de que Jesús resucitó de entre los muertos, ¡tal como lo prometió!
Veamos los detalles de la crucifixión, la tortura y la muerte de Jesús. ¿Es posible, como afirman algunos, que Jesús no estuviera realmente muerto cuando Su cuerpo fue bajado de la cruz?
No, y podemos saberlo con certeza por varias razones.
Primero: los romanos eran expertos en crucifixión. Aunque no lo inventaron, los romanos usaban la crucifixión en gran medida porque funcionaba muy bien como elemento de persuasión. Todos los que llegaron a ver una crucifixión romana temieron sufrir un destino similar, ya que esta forma de tortura era espantosa, degradante y conducía a una muerte intensamente dolorosa. El estadista romano Cicerón llamó la crucifixión “la más cruel y horrible de las torturas”.
Segundo: los líderes judíos sabían muy bien que Jesús había predicho su propia resurrección. Ante el temor de que sus seguidores pudieran tomar medidas extraordinarias para hacer parecer que las afirmaciones de Jesús resultaran ser ciertas, ellos igualmente tomaron precauciones extraordinarias para asegurarse de que Jesús muriera. Luego tuvieron su cuerpo sellado en una tumba bajo una gran guardia romana.
Tercero: Incluso sin los guardias, habría sido difícil para los seguidores de Jesús remover la piedra maciza que sellaba la entrada de la tumba. Típicamente, para cerrar la tumba, una piedra pesada de quizás varios miles de libras sería rodada por un surco, en declive, para instalarse frente a la entrada. Para quitar la piedra, muchos hombres hubieran tenido que tirar la piedra hacia atrás en una pendiente. Sí, la piedra fue removida, pero no por el esfuerzo humano.
Cuarto: Los investigadores han descubierto que doce fuentes no cristianas fiables, fechadas aproximadamente entre 20 y 150 años después de la crucifixión de Jesús, registran que Jesús murió. Una de las fuentes, Cornelio Tácito (55-120 d.C.), es considerado por muchos el mejor historiador romano de la antigüedad.
Detalles de la tortura
Los cuatro evangelios comparten detalles de la crucifixión de Jesús. Estos incluyen la flagelación pública que Jesús tuvo que soportar primero. Los romanos solían utilizar la flagelación para acelerar la muerte de la víctima. El látigo, hecho de tiras de cuero de varias longitudes, estaba entretejido con trozos afilados y dentados de hueso y plomo. Con cada latigazo, estos trozos de hueso y plomo despedazaban la espalda de Jesús.
Como recoge un artículo de 1986 de la Revista de la Asociación Médica Americana, “Cuando los soldados romanos golpeaban repetidamente la espalda de la víctima con toda su fuerza, las bolas de hierro causarían contusiones profundas, y las correas de cuero y los huesos de oveja cortarían la piel y el tejido subcutáneo. Luego, a medida que continuaban los azotes, las laceraciones desgarrarían los músculos esqueléticos subyacentes y produciendo estremecedoras tiras de carne sangrante”.
Los judíos limitaron sus azotes a 40 latigazos. Los fariseos, con su obsesivo legalismo, limitarían sus latigazos a 39, de modo que si los contaban mal no serían culpables de violar la ley. Los romanos no tenían tales limitaciones. Los azotadores infligían todo el dolor que quisieran dar. Permitiendo fácilmente la formación de infecciones debido a las heridas abiertas.
Sabemos que los soldados romanos luego forzaron una corona de espinas en la cabeza de Jesús, causando aún más sangrado y deshidratación. Los soldados también escupieron a Jesús y lo golpearon con una vara. En su artículo que destaca los aspectos médicos de la crucifixión, el Dr. Mark Eastman dice: “Jesús no había consumido líquidos desde la noche anterior, por lo que la combinación de las palizas, la corona de espinas y la flagelación habrían iniciado un proceso irreversible de deshidratación severa y un fallo cardiorrespiratorio. Todo esto ocurrió para que la profecía de Isaías se cumpliera:
Le di mi espalda a los que me herían, y mis mejillas a los que arrancaban la barba; no oculté mi rostro de la vergüenza y los escupitajos. Isaías 50:6.
En su artículo, Crucifixión – El sufrimiento físico de Jesús, Jeremy Myers dice: “La mayoría de los artistas ni siquiera se acercan a representar cómo realmente se veía Jesús después de toda esta tortura. El probablemente fue el ser vivo de aspecto más inhumano que hayas visto. El profeta Isaías escribió del Mesías:
“Verán que el Siervo de Dios es golpeado y ensangrentado, un objeto de horror; tan desfigurado que muchos quedaron asombrados. Su rostro y toda Su apariencia estaban más estropeados que los de cualquier hombre, uno escasamente sabría que era una persona … “ (Isaías 52:14)
Como los evangelios nos cuentan, Jesús desfalleció repetidamente mientras luchaba por cargar la pesada barra transversal, —la viga horizontal de la cruz llamada patíbulo— mientras se dirigía a Gólgota. Un centurión obligó a Simón de la ciudad de Cirene a cargar la viga pesada para Jesús.
Detalles sobre la crucifixión
Finalmente, llegando al lugar de la crucifixión, Jesús tuvo que soportar un dolor aún más agonizante mientras grandes clavos de metal eran martillados a través de Sus muñecas (consideradas estas parte de la mano en el lenguaje de los tiempos de Jesús) para sostenerlo en la cruz. Los clavos, seguramente, entraron en contacto con el nervio medio. Para que Sus pies fueran perforados con clavos, los guardias torcieron las piernas de Jesús en una posición antinatural y dolorosa.
Los romanos sabían que una vez que la víctima finalmente colgaba dé la cruz, podría llevarle horas morir. Mientras El luchaba contra la asfixia , se vio obligado a tomar el siguiente respiro al levantarse laboriosamente con sus manos y pies heridos. “El dolor fue absolutamente insoportable”, observa el Dr. Alexander Metherell, PhD. “De hecho, era literalmente indescriptible con palabras; ellos tuvieron que inventar una nueva palabra: [excruciating], agonizante o intensamente doloroso. Literalmente, [excruciating] significa fuera de la cruz“.
Añade Myers: “Cuando el aire es tan precioso, y cada aliento tan dolorosamente ganado, Él sigue utilizando ese aliento para comunicarse con las personas que están cerca. La primera frase, mirando a los soldados romanos que jugaban a los dados por Su manto impecable, es: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. En mi opinión, ésta es una de las afirmaciones más notables de toda la Escritura”.
La ley judía prohibía que un crucificado colgara de la cruz durante el sábado. Así que, para acelerar el proceso, los soldados romanos podían decidir romper los huesos de las piernas de la víctima. La Biblia nos dice que rompieron las piernas de los dos ladrones crucificados con Cristo, pero los soldados no necesitaron romper las piernas de Jesús porque observaron que ya estaba muerto (Juan 19:32-33). La Escritura nos dice que Jesús tardó seis horas en morir después de ser puesto en la cruz.
Pilato exigió la certificación de la muerte de Jesús antes de permitir que su cuerpo fuera retirado de la cruz. Solo después de que cuatro verdugos romanos certificaron que Jesús estaba realmente muerto, Pilato dio la orden para que se retirara su cuerpo. Los verdugos se sintieron seguros de que Jesús estaba muerto porque cuando una lanza grande fue introducida en el costado de Jesús, brotó sangre y agua (Juan 19:34). Si Jesús hubiera estado vivo cuando la lanza penetró en Su cuerpo, habrían brotado fuertes chorros de sangre con cada latido de Su corazón.
Jesús estaba muerto. La Biblia lo dice. La documentación histórica lo prueba.
En la próxima entrada del blog, examinaremos los procedimientos funerarios utilizados para preparar el cuerpo de Jesús según las exigentes costumbres judías.
Reflexiones
Al esforzarse tanto por impedir cualquier tipo de afirmación fraudulenta posterior de que Jesús resucitó, Sus enemigos nos hicieron el gran favor de proporcionarnos pruebas contundentes. En verdad, el hecho de que Jesús fue asesinado es tan cierto como cualquier acontecimiento registrado en la historia.
¿Te has preguntado alguna vez si alguno de los soldados romanos, los dirigentes judíos o la gente de la multitud que coreaba a favor de la crucifixión de Jesús se encontraban entre los que le vieron en Su forma resucitada?
Hay una cosa que sí sabemos, basándonos en todo lo que Jesús enseñó: si sus caminos se cruzaban, Jesús les ofrecía Su perdón y Su gracia interminables. ¡Ésa, amigos míos, es la Buena Noticia! No podemos hacer nada para separarnos de Dios, salvo elegir darle la espalda.
Estamos a punto de celebrar la Pascua. Acepta el Reto de Pascua: ¿con quién puedes compartir el asombroso amor de Dios por nosotros? ¿A quién puedes invitar a la iglesia el Domingo de Pascua? Después de leer lo que Jesús hizo por ti y por mí, ¿te sientes movido a conocerlo personalmente el día de hoy?
Esta publicación de blog destaca el folleto de 64 páginas de Josh y Sean, La resurrección y tú. Estamos seguros de que este pequeño libro será una herramienta eficaz de evangelización para ti en este tiempo de Pascua. ¡Pide tu copia!