¿Ya morí hoy?


Tiempo de lectura: 3 min

Lectura bíblica: Romanos 12:1
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1
El 11 de septiembre del 2001, cientos de policías y bomberos respondieron al pedido de socorro del Centro de Comercio Mundial en la ciudad de Nueva York. Al entrar en los edificios en llamas, no podían saber que pronto sacrificarían su vida para salvar a otros. Con cada escalón que subían por las escaleras abarrotadas de las torres gemelas, ayudaban a más personas a ponerse a salvo. Pero con cada escalón, también se acercaban más al instante cuando darían su propia vida, muriendo para que otros vivieran.
La mayoría de nosotros nunca hemos sido rescatados de un edificio en llamas. Pero alguien sí murió por cada uno de nosotros. Sin lugar a dudas, fuimos salvados en el rescate más heroico de todos los tiempos. Tú conoces la historia: Porque no podíamos agradar a un Dios Santo, enfrentábamos su juicio, la separación eterna del Dios que nos creó. Pero Jesús se hizo hombre y murió en nuestro lugar a fin de que nosotros pudiéramos vivir con él para siempre.
Aquí va lo insólito. En Romanos 12:1, Dios nos llama a hacer lo mismo: darnos a nosotros mismo como un sacrificio. Pero hay una diferencia clave: quiere que seamos un sacrificio vivo. Suena a esas expresiones contradictorias como “bien malo”.
Sacrificio por lo general significa que algo muere. Pero hay muchas excelentes maneras de sacrificarnos sin morir. Nos convertimos en sacrificios vivos cuando servimos a Dios y a nuestros prójimos con nuestra habilidades, nuestro tiempo y nuestros recursos.
Vota. ¿Cuál de las siguientes actividades es una manera de ser un sacrificio vivo? Pulgar para arriba cuando es un sí, pulgar para abajo cuando es un no:

  • ayudar a un vecino anciano limpiándole el jardín
  • dar algo de tu dinero para un proyecto misionero de los jóvenes
  • usar tu talento musical integrando un coro de chicos
  • dedicar un par de horas por semana para visitar a pacientes en un hogar de ancianos
  • ofrecerse para ayudar a tus padres a limpiar la cochera, el patio o el altillo
  • ir en el verano en un breve viaje misionero

Cada una de esas ideas merece un pulgar para arriba. Y tenemos una razón increíble para ofrecernos sacrificadamente de esas maneras. Pablo escribió: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1). Nuestros sacrificios cotidianos, vivos, son actos de adoración a aquel que dio todo por nosotros.
PARA DIALOGAR: ¿No están contentos porque Jesús estuvo dispuesto a dar su vida por ustedes? ¿De qué manera desean ofrecer su vida como un sacrificio vivo?
PARA ORAR: Señor Jesús, queremos agradecerte porque moriste por nosotros ofreciéndonos como sacrificios vivos. Muéstranos cómo hacerlo.
PARA HACER: ¿De qué modo pueden ser hoy un sacrificio vivo? Piénsenlo. Luego, ¡háganlo!


Anterior

Siguiente