Lectura bíblica: Filipenses 2:5-11
No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento. Romanos 12:2
¿Qué te parece la idea de ser inteligente, de ser superinteligente? Imagínate esto: Una mañana te despiertas y te encuentras con que eres la persona más brillante del mundo. Ayer luchabas por entender las matemáticas de cuarto grado. Hoy, desde todas partes del mundo, te ofrecen puestos como ingeniero espacial.
Esa repentina subida a una inteligencia total es lo que le sucede al personaje de un cuento, que también fue llevado al cine. Tiene 32 años y es manso y amistoso, pero no muy inteligente. Puede leer y escribir, bueno, más o menos. Sabe que no es tan despierto como las personas que lo rodean. En el relato hay una rata blanca de laboratorio que en algunas maneras es más inteligente que él.
Cuando someten a la rata a una operación experimental, se convierte en una rata genio. Nuestro personaje también es sometido a una operación similar y también se convierte en un genio. Pero los resultados no son todos agradables. Parece que su superinteligencia viene acompañada de egocen- trismo, desconfianza y la costumbre de discutir con los demás, características que no tenía antes de su operación.
Cuando Pablo dice en Romanos 12:2 que Dios quiere cambiar nuestra manera de pensar, no está diciendo que nos sometamos a una cirugía del cerebro. Dios no está queriendo aumentar nuestro poder cerebral y convertirnos en socios del club exclusivo para genios. Él quiere cambiarnos para que lleguemos a ser personas cuya manera de pensar se parezca cada vez más a la de Jesús.
Entonces, ¿cuál es exactamente la manera de pensar de Jesús? Piensa como un siervo que está dispuesto a renunciar a sus propios intereses y aun a su vida, en favor de otros.
En Filipenses 2:5-11, Pablo nos dice que tengamos la misma actitud de Jesús, quien dejó la gloria del cielo, nació en un cuerpo humano y dio su vida en la cruz por nosotros. Nadie obligó a Cristo a vivir entre nosotros y a morir por nosotros. Lo hizo voluntariamente. Dejó a un lado sus derechos a fin de que podamos ser perdonados y ser amigos de Dios.
Entonces, ¿cómo se demuestra en nosotros una actitud como la de Jesús? Por un lado, es tan diferente de la manera como mucha gente se comporta que los que nos rodean pensarán que nos volvieron a programar el cerebro. Cambiamos de lloriquear queriendo todo para nosotros a estar atentos para encontrar maneras de agradar a otros. Cambiamos de ocuparnos de nuestras propias necesidades a ocuparnos de las necesidades de los que nos rodean.
¡Esa es una actitud cariñosa! Es la actitud de dar lo que motivó a Cristo durante toda su visita a nuestro planeta. ¡Y es el cambio de nuestra manera de pensar que Dios lleva a cabo en nosotros!
PARA DIALOGAR: ¿Cómo será nuestro cerebro cuando Dios termine de reorganizarlo, cuando haya puesto en nuestro interior la actitud servicial de Cristo?
PARA ORAR: Padre, pon en nosotros una actitud cariñosa y generosa como la que tenía Jesús.
PARA HACER: ¡Hagan hoy algo por alguien que demuestre que Dios les ha reorganizado el cerebro!