“Si no fuera por Emilia…”


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Lectura bíblica: Juan 15:9-13
Este es mi mandamiento; que os améis los unos a otros, como yo os he amado. Juan 15:12
—Lindo vestido, Irene —dijo una compañera burlonamente—. ¿Qué hizo tu mamá con la otra mitad de las cortinas viejas? ¿Le hizo pantalones a tu hermano?
Sin querer, Emilia oyó. Sabía que Irene estaba recibiendo su dosis diaria de crueldad por parte de sus compañeras de clase. Irene no tenía cualidades que la hubieran hecho popular. Era callada, tímida, y una verdadera “luz” en los estudios. Prácticamente vivía en la biblioteca. No hacía deportes ni por casualidad. Y la ropa que usaba… en fin… requete pasada de moda. Cualquiera que atreviera a llamarse su amiga se arriesgaba a ser marginada, por eso nadie se acercaba a ella.
El domingo siguiente, Emilia escuchó este pasaje en la iglesia: “El que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto” (1 Juan 4:20). Después, Emilia no podía dejar de pensar en Irene, y en ese versículo bíblico. Sabía lo que Jesús quería que hiciera. Mientras las demás compañeras la miraban y se reían de ella, se acercó a Irene y se sentó con ella en el recreo.
Emilia siguió siendo una buena amiga de Irene en la secundaria, aun a costa de otras amistades. Al terminar la secundaria, Irene, la “luz”, tenía las mejores calificaciones de su clase. Un gran honor, excepto que en su escuela era la costumbre que el mejor alumno del último año tenía que hacer un discurso de despedida en el acto de fin de año. Parada en la plataforma en la ceremonia, Irene se esforzó por agradecer a sus padres y a sus profesores por el apoyo que le habían brindado. De pronto, se le hizo un nudo en la garganta. Cuando Emilia vio que su amiga se iba a poner a llorar, se levantó de su asiento para pararse a su lado.
Tomada de la mano de Emilia, Irene continuó:
—Sobre todo, quiero agradecer a Emilia. Cuando me sentía peor que nunca, rechazada y avergonzada, me demostró lo que significa ser una amiga. Si no hubiera sido por Emilia, no estaría hoy aquí.
Amar a otros como nos ama Cristo puede resultar caro. Pero piensa en el precio que Jesús pagó para amarnos. Él dejó la gloria y el esplendor del cielo. Vino a la Tierra, donde la gente se burló de él, donde lo rechazaron, azotaron y escupieron, y luego fue crucificado.
Jesús quiere que compartamos el maravilloso amor que nos ha dado. Vale la pena amar a cada persona con la que te encuentras. Y cuando amas como ama Jesús, nunca sabes qué grandes amigos conseguirás.
PARA DIALOGAR: ¿De qué manera puedes amar a aquellos que el mundo no ama? ¿Qué te costará? ¿Estás dispuesto a pagar el precio?
PARA ORAR: Señor, enséñanos a amar a los demás como tú nos amas.
PARA HACER: ¿Puedes pensar en alguien en tu mundo que te recuerda a Irene? ¿Qué puedes hacer para ofrecerle tu amistad?


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