Que fluya el amor


Tiempo de lectura: 3 min

Lectura bíblica: 1 Juan 3:14-17
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él? 1 Juan 3:17
A los pocos días que la mamá de Amanda volviera a casa después de haber estado internada por una grave operación, ésta empezó a darse cuenta de que ahora las cosas serían distintas. Mientras su mamá se iba recuperando en los próximos dos meses, las cosas en su departamento no se iban a hacer por arte de magia. Así que Amanda se puso a ayudar, e hizo de cocinar y limpiar parte de su rutina cotidiana.
La noche antes de volver a trabajar, la mamá llevó a Amanda a comer afuera.
—No me las hubiera podido arreglar sin ti después de mi operación —dijo—. Aquí te tengo un regalito que espero siempre te recuerde lo bien que nos cuidaste a las dos.
La mamá le hizo cerrar los ojos y extender las manos. Cuando Amanda abrió los ojos se encontró con un delicado collar de oro.
En ese momento, Amanda empezó a darse cuenta de otra cosa. Comprendió de pronto qué bueno era ayudar realmente a otros; no para que le dieran un regalo, sino para ver el impacto de su ayuda. ¡Y empezó a darse cuenta de que muchas personas podían beneficiarse con su ayuda!
Tema para comentar: Supongamos que estás descubriendo cómo amarte a ti mismo y también a tu familia. Y ahora, ¿qué?
Amar a los demás es como apuntarle a un blanco grande. El círculo interior es amarte a ti mismo y amar a tu familia. Aquí va el próximo círculo: amar a otros creyentes.
Quizá no hayas pensando en tus amigos cristianos como personas que necesitan tu atención especial. Pablo instó: “Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10, énfasis agregado). Dios quiere que ames a los creyentes con los que compartes el tiempo adorando, aprendiendo, sirviendo y teniendo comunión fraternal. Tu amor puede extenderse a misioneros y aun a creyentes que quizá ni alcances a conocer, creyentes en otras iglesias, ciudades y países.
Pero hay un círculo más para tomar en cuenta: son todos esos prójimos que debes amar como a ti mismo. Este círculo enorme incluye a todos, desde tus vecinos de al lado a tus compañeros de escuela hasta las tribus en países lejanos cuyos nombres ni sabes. Quienesquiera que sean y dondequiera que estén, debes amarlos.
Como una piedra arrojada en el agua, el mayor impacto de tu amor es sobre el centro mismo donde cayó, sobre los que tienes más cerca, tu familia y hermanos creyentes. Pero a medida que amas más, las ondas se extienden hacia afuera a los no creyentes a todo tu alrededor que te necesitan.
PARA DIALOGAR: ¿De qué manera tu amor por los demás se extiende a los tres círculos?
PARA ORAR: Señor, muéstranos cómo podemos extender tu amor a cada persona con que entramos en contacto.
PARA HACER: Como familia, tracen un plan para mostrar el amor de Dios en el círculo de más afuera.


Anterior

Siguiente