Problemas grandes


Tiempo de lectura: 2 min

Lectura bíblica: Colosenses 4:2-6
Vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepáis cómo os conviene responder a cada uno. Colosenses 4:6
El papá de Marga caminó en punta de pie a la sala donde estaban ella y su mamá en un sillón leyendo.
—Por fin se durmió Andrés —dijo suspirando.
Marga carraspeó nerviosamente. Sus padres levantaron la vista para mirarla.
—¿Qué pasa? —preguntó el papá. Marga contestó:
—Estoy preocupada por una amiga.
—¿Quién es? —preguntó la mamá.
—¿Te acuerdas de Brenda Benítez? La conozco desde el jardín de infantes. Se está portando de un modo muy raro.
—¿Está metida en algún lío grande? —preguntó el papá. Marga empezó a llorar;
—No sé exactamente. Pero sé que su situación familiar es realmente terrible. Me parece que está pensando en escaparse de su casa.
Hay ciertos problemas que son demasiado grandes como para poder encararlos por tu propia cuenta.
Quizá, como Marga, has notado en algún amigo una conducta que te preocupa. Quizá viste algo. O escuchaste algo. O sospechas algo. Cosas como:

  • rachas largas de tristeza
  • enojo incontrolado
  • mucho hablar de la muerte
  • uso de drogas, alcohol u otras sustancias dañinas
  • muestras de maltrato físico o sexual
  • amenazas de hacerle algo malo a maestros, compañeros o algún otro.

Aun cuando no sepas exactamente lo que le pasa a tu amigo, no puedes encogerte de hombros. Cuando notas que un amigo corre uno de estos grandes peligros, tienes que hablar del problema con algún adulto que te merezca confianza. Puedes mencionar tu inquietud a tus padres, algún maestro consejero o director de la escuela, o al pastor. Eso no es ser un soplón. Quizá seas el único que pueda conseguirle ayuda a tu amigo. Y no estás acusando de nada a tu amigo. Estás sencillamente comunicando tu preocupación a un adulto que puede determinar si el problema es real, y cómo encararlo.
Si alguna vez crees que a un amigo le está pasando algo realmente malo, ha llegado el momento de hacer algo para ayudar. ¡Cuéntalo! ¡Inmediatamente!
PARA DIALOGAR: ¿Qué situaciones que puedan enfrentar tus amigos le contarías siempre a un adulto?
PARA ORAR: Señor Jesús, muéstranos cómo ayudar a nuestros amigos que sufren. Queremos señalarte a ti como la solución de sus problemas.
PARA HACER: Como familia, hablen de problemas que son demasiado grandes para ser encarados por una sola persona.


Anterior

Siguiente