Prende la luz del amor


Tiempo de lectura: 3 min

Lectura bíblica: 1 Juan 4:16-21
Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. 1 Juan 4:16
La intención de Tulio no era romper nada. Pero jugando a las escondidas en la casa de Nacho vio el canasto que los padres de Nacho habían traído del África años atrás. Sabía que era una de sus posesiones más preciadas, lo cual significaba que a Nacho no se le ocurriría buscarlo allí.
Tulio se metió en el canasto y puso la tapa, pero sentado en la oscuridad se fue dando cuenta de que esconderse en el canasto no había sido una buena idea. Tratando de salir del canasto antes de que entrara Nacho, una pierna traspasó los juncos resecos, haciendo un agujero. Logró salir, poner de vuelta la tapa y correr a otro escondite.
Tulio no está seguro de que los padres de Nacho saben quién les había roto el canasto. Y aunque Nacho es su mejor amigo, le da vergüenza volver a su casa.
La vergüenza es el sentimiento que nos dice que hemos hecho tanto mal que nadie puede volver a amarnos. Es lo que provocó que Tulio evitara volver a la casa de Nacho, porque no quería encontrarse con los padres de su mejor amigo, o que le recordaran lo indigno que es.
Romper el canasto no hizo que Tulio de pronto fuera indigno, pero no se estaba viendo con claridad. Aunque la vergüenza es un sentimiento que una u otra vez todos tenemos, algunos chicos viven toda su vida sintiendo vergüenza, obsesionados por el sentimiento horrible de que son demasiado malos para que alguien pueda quererlos. “Imposible que Dios me ame”, dicen o piensan. “Sé lo que he hecho. Me tolera porque he aceptado a Cristo como mi Salvador. Pero jamás me amará como un hijo”.
Ya sea que nuestra vergüenza nazca de una emoción temporaria o de un problema permanente, la solución es la misma: Dios quiere que acudamos a su luz, dejando que su verdad brille sobre nosotros y nos muestre quiénes realmente somos.
Dios no nos lleva a la luz para exhibir nuestras faltas. Quiere que nos veamos como él nos ve. Seguro, es posible que detectemos fallas que necesitamos confesar. Pero podemos descansar tranquilamente en la presencia de Dios porque estamos seguros de que su perdón abarca cualquier cosa que hayamos hecho. Y podemos disfrutar de la luz de su Hijo al darnos cuenta de que somos sus hijos dignos de ser amados, valiosos y capaces.
¿Te sientes con ganas de esconderte? No hay mejor alivio que acudir a la luz.
PARA DIALOGAR: ¿Te has hecho la costumbre de esconder tus fallas de Dios y otros por temor a que ya no te quieran? ¿De qué manera puedes dejar entrar la luz?
PARA ORAR: Señor, todos hacemos cosas de las cuales nos avergonzamos. Ayúdanos a acudir a tu luz siendo honestos y recibiendo tu perdón y el de los demás.
PARA HACER: Cuando falles hoy, no sientas vergüenza. Acude enseguida a la luz de Dios confesando tus pecados, y dejando que los demás vean quien eres.


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