Lectura bíblica: Romanos 15:1-6
Y el Dios… os conceda que tengáis el mismo sentir los unos por los otros, según Cristo Jesús. Romanos 15:5
—¡Siéntate derecho! —gritó furioso papá—. Te he dicho una y mil veces que pareces el hombre de las cavernas cuando comes así.
Es una escena normal en la vida de la familia. Por lo general, papá come en silencio, ensimismado en sus propios pensamientos. De vez en cuando levanta la mirada para corregir a Vicente.
—Papá —dice Vicente—, deja de regañarme. Alguna vez me gustaría comer sin que me gritaran por algo que estoy haciendo mal.
—Querido —interviene mamá—, me parece que Vicente tiene razón. Lo criticas mucho.
Papá lanza miradas furibundas a mamá.
—Otra vez te estás poniendo del lado de los chicos —dice—. Si no puedes apoyarme, por lo menos cállate la boca.
Lara, la hermana de Vicente, no aguanta las discusiones familiares. Trata de apaciguar a todos.
—Papá: mamá tiene buenas intenciones. Por favor no te enojes con ella.
—He trabajado como un burro todo el día —vocifera como respuesta—. Cuando llego a casa, lo único que quiero es un poco de paz y tranquilidad.
—Habría más tranquilidad si no estuvieras siempre regañándonos a Lara y a mí —dice Vicente, alzando nerviosamente la voz—. ¡Lo único que haces es gritar, gritar y gritar!
¿A ti también te resulta difícil llevarte bien con tus padres y hermanos? Es fácil echarle la culpa a los demás por los malentendidos que tienen. Pero seamos sinceros: vivir con nosotros no es siempre fácil. Como admite cierto muchachito: “A veces, especialmente cuando he tenido un día malo en la escuela, me enojo tanto que me desquito con mamá. Sé que no es culpa de ella, pero es la que está allí en ese momento. Supongo que tengo que gritarle a alguien”.
Es señal de madurez poder reconocer nuestros propios problemas, estreses y berrinches. Podemos empezar por ser sinceros en cuanto a estas tres preguntas importantes:
- ¿Soy capaz de admitir que vivir conmigo no es siempre lo más divertido del mundo?
- ¿Admito que a veces el problema soy yo?
- ¿Confieso mis faltas a mis familiares cuando he perdido los estribos?
Tu familia podrá desarrollar la clase de armonía que Dios desea cuando haces comentarios como el siguiente: “Sé que últimamente he estado de mal humor, perdóname. Agradezco tu paciencia, me estoy esforzando por mejorar”.
Este es el tipo de honestidad que fomenta las relaciones íntimas que necesitas y quieres. ¡Tal honestidad puede lograr que los integrantes de tu familia admitan que no son perfectos!
PARA DIALOGAR: ¿Cómo puede el hecho de que seamos honestos en cuanto a nuestras faltas unirnos más como familia?
PARA ORAR: Señor, ayúdanos a ser honestos cuando nuestra conducta no es todo lo que debiera ser en casa.
PARA HACER: ¿Hay algo que necesitas decirle a los demás en tu casa acerca de tus luchas para lle- varte bien con ellos?