Lectura bíblica: Juan 3:1-8
De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Juan 3:3
A ver si puedes reconocer a estos dos señores de la Biblia. Uno de los señores es el blanco de las críticas. El otro es el que le arroja los dardos. ¿Quiénes son?
—Oye, quizá no soy el mejor ser humano del mundo, ¡pero él es mucho peor que yo! Les podría contar más de una anécdota sobre este señor. Crecimos en el mismo barrio, así que sé bastante de él. Siempre fue altanero y arrogante; en cambio, la mayor parte del tiempo yo me he mantenido callado. Él tiene un historial policial; yo siempre he colaborado con las autoridades. En cierta ocasión ¡hasta atacó al siervo del sumo sacerdote!
¿Ya adivinaste de quién se trata? Dejemos que termine:
—Como iba diciendo, quizá yo no sea ningún santo, pero les digo una cosa: ¡Soy Judas Iscariote y no soy tan malo como Simón Pedro!
La Biblia no nos dice que Judas usara precisamente estas palabras para parecer bueno, pero todo lo que dice anteriormente es cierto. Sabes que Judas traicionó a Jesús. Pedro negó a Jesús. Pero Pedro se arrepintió de su pecado, recibió el perdón de Jesús y llegó a ser uno de los líderes más grandes que jamás haya tenido la cristiandad.
Las palabras que hemos puesto en boca de Judas se parecen a las que muchos dicen cuando tratan de que su conducta no parezca tan mala:
- “Sí, a veces digo malas palabras, pero no tanto como Fulano”.
- “Chismeo, pero no critico a otros a sus espaldas, como lo hace ella”.
Hacer que los demás queden mal no mejora para nada nuestras faltas. Y esto es importante: Eso no es lo que considera Dios para decidir quién irá al cielo y vivirá con él por toda la eternidad. Dios no compara a Paula con Carlos y decide: “Bueno Paula, no fuiste tan mala como Carlos, así que puedes entrar al cielo. Lo lamento, Carlos, no fuiste tan bueno como otros. Perdiste”.
Jesús le explicó todo esto a un hombre llamado Nicodemo. Éste era un señor que hacía, decía y creía todas las cosas acertadas. Jesús no le dijo: “Eh, Nico, eres mejor que nadie. ¡Vas a poder llegar al cielo!”. Jesús dijo simplemente: “De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Cuando de pasar la eternidad en el cielo se trata, ser más bueno que otros no basta. Lo único que importa, según Jesús, ¡es si has aceptado el regalo gratuito de salvación que Dios da!
PARA DIALOGAR: ¿Cómo le explicarías a un amigo no creyente que Dios no nos deja entrar al cielo dependiendo de lo bueno que hayamos sido? ¿Cómo entramos al cielo?
PARA ORAR: Señor, no pretendemos ser mejor que otras personas. Te damos gracias porque Jesús murió para acercarnos a ti.
PARA HACER: ¿Quién, alrededor tuyo, necesita saber que la salvación es un regalo gratuito? ¡Haz planes para contarle esa buena noticia!