Lectura bíblica: 2 Corintios 1:3-7
Con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación. 2 Corintios 1:4
Cuando Elvira llegó de la escuela, corrió a su cuarto, se echó en la cama y se puso a llorar. Leticia le acababa de contar que tenía que mudarse lejos, y Elvira no podía contener las lágrimas al pensar que no volvería a ver a su mejor amiga.
Al ratito, Elvira escuchó unos golpecitos en la puerta. Levantó la cabeza y vio a Marisol, su hermana mayor.
—¿Qué te pasa, querida? —preguntó Marisol entrando y rodeándola con sus brazos. Elvira siguió llorando en los brazos de su hermana y le contó lo de Leticia.
—Lo siento por ti —dijo Marisol—. Tú y Leticia se divierten tanto juntas. Elvira se secó las lágrimas y asintió con la cabeza.
—Es mi mejor amiga —dijo—. Nos contamos todo.
—Cuánto lo siento —dijo Marisol volviendo a abrazarla—. Cuánto lamento que tengas que pasar por esto. Me duele pensar que a ti te duele. Te quiero, y aquí me tienes cuando quieras hablar.
¿Conoces a alguien que ha sufrido una pérdida como la de Elvira? Quizá alguien que conoces ha perdido su mascota, o ha tenido que mudarse o hasta ha sufrido la pérdida de un ser querido. O quizá tú mismo has sufrido una pérdida. Eso es algo que puede ser muy difícil.
Elvira tuvo la bendición de poder contar con alguien que comprendía que su mayor necesidad en ese momento doloroso era recibir consuelo. Eso puede parecer evidente, pero es posible que “consuelo” no sea lo que crees.
Consuelo no es un “discurso optimista” que te insta a tener paciencia, resignarte o que seas fuerte. No es una explicación de por qué suceden cosas malas, ni un intento por convencerte de que no debieras estar triste. Ni siquiera es un montón de palabras positivas acerca de que Dios está en control de las cosas, ni una promesa de que todo terminará bien. A su debido tiempo, todas estas cosas pueden ser de ayuda, pero no quitan nuestra necesidad urgente de recibir consuelo.
Una manera en que Dios da su consuelo es a través de las personas. Recibes consuelo cuando sabes que no estás sufriendo solo, cuando alguien te acompaña en tu tristeza y te dice que lo que te está pasando a él también le duele. Pablo dijo: “Gozaos con los que se gozan. Llorad con los que lloran” (Romanos 12:15).
Cuando tus seres queridos sufren, sé el amigo que consuela. Quédate cerca de ellos en su momento de dolor, y hazles saber que sufres con ellos. Y cuando tú necesitas consuelo, está bien pedirlo. Es la manera como Dios quiere consolarte cuando sufres.
PARA DIALOGAR: ¿Cómo se manifiesta el verdadero consuelo?
PARA ORAR: Pídele a Dios que te ayude a demostrar esta clase de consuelo a tus familiares y amigos cuando sufren.
PARA HACER: Vé y consuela a un amigo que sufre.