Lectura bíblica: Deuteronomio 10:12, 13
¿Qué pide Jehovah tu Dios de ti? Sólo… que guardes los mandamientos de Jehovah y sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien. Deuteronomio 10:12, 13
—¿Qué tal el grupo juvenil? —preguntó el padre de Andrés.
—¡Horrible! —contestó Andrés disgustado. Qué raro. A Andrés le gustaba su grupo de estudio bíblico. —Hoy enseñó Jorge.
Allí está el secreto. Jorge era el único líder que a Andrés no le gustaba. Para ser sinceros, lo volvía loco. Era un líder que parecía muy inmaduro a pesar de que ya tenía casi 30 años.
—Siempre me pareció que Jorge era malo —siguió Andrés—. Ahora entiendo por qué. Esta noche nos contó cómo su papá le pegaba cuando era chico y que sus padres todavía se emborrachan.
El papá de Andrés se sorprendió.
—Eso sí que es duro, y duro oírlo —dijo—. Quizá por eso es que no sabe trabajar con chicos, ¿no te parece?
—Sí, eso fue lo que comentó él. Me da mucha lástima. Es que no sabe cómo hacerlo. Y se está esforzando muchísimo por cambiar. Lo que me da rabia es que ahora no puedo tener una razón para pensar mal de él. ¿No puedo por lo menos detestarlo un poquitito?
Cuando de seguir a Jesús se trata, muchos creyentes se hacen una pregunta: ¿Cuánto puedo pecar y todavía andar bien con Dios? A muchos chicos les gustaría que alguien trazara una línea bien gruesa y dijera: “Aquí está. Todo de este lado de la línea está bien. Pero si te pasas de esta línea, estás fuera de la voluntad de Dios”. Eso sería lindo y simplificaría las cosas, pero la cuestión no funciona así.
Presta atención: Tratar de calcular con cuánto te puedes salir con la tuya es no comprender lo que significa ser hijo de Dios.
Dios no hizo que su pueblo del Antiguo Testamento vagara por el desierto sin tener una razón. Cuando los libró de la esclavitud en Egipto, al principio creían que su meta era matarlos (ver Éxodo 14:11). No podían creer que los ayudaría a conquistar la tierra prometida (ver Números 13). No confiaban en Dios, no creían que él realmente quería el bien de ellos. Necesitaban volver a aprender. Entonces Dios los mandó de penitencia al desierto donde pudieran pensar en dos sencillas verdades: “Obedézcanme sólo a mí” y “Mis mandatos son para el propio bien de ustedes”.
Si tienes ganas de hacer algo que “no es tan malo”, te equivocas. Claramente no es para tu bien. ¡Y Dios tiene reservadas para ti cosas mejores!
PARA DIALOGAR: ¿Qué opinas acerca de tu Dios que no quiere que te salgas con la tuya haciendo algo que “no es tan malo”? ¿Es muestra de su amor o qué?
PARA ORAR: Señor, gracias por amarnos y darnos tus buenos mandamientos. Ayúdanos a aspirar a lo mejor que tienes reservado para nosotros, siempre y completamente.
PARA HACER: Recuerda por qué Dios dio sus mandatos, y qué respuesta quiere de ti. ¡Memoriza el pasaje bíblico de hoy!