Escalando posiciones


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Lectura bíblica: Marcos 10:32-45
Cualquiera que anhele hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor. Marcos 10:43
Al estar caminando Jesús con sus discípulos rumbo a Jerusalén, dos de ellos —Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo— dejaron volar su imaginación. Jesús había explicado claramente lo que le esperaba en Jerusalén: rechazo, tortura y muerte. Pero Jacobo y Juan creían que Jesús de una manera sobrenatural sacaría a los romanos de Jerusalén. En la mente de ellos, Jesús y sus seguidores pronto gobernarían Israel.
Los hermanos Zebedeos estaban tan seguros de que su fantasía se convertiría en realidad que decidieron solicitar temprano los dos puestos más altos en el nuevo gobierno de Jesús. “Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda” (Marcos 10:37). Ellos no habían captado para nada la predicción de Jesús de su inminente sufrimiento.
Jesús más o menos les preguntó: “¿Están listos para pasar por todo lo que voy a pasar yo?” (ver el versículo 38). Estaba pensando en su juicio, los azotes y la muerte en la cruz que le esperaba.
—Oh, sí —respondieron muy seguros de sí mismos.
Luego Jesús pudo ver lo que sucedería años después y les dijo que sufrirían de la manera que él iba a sufrir (ver el versículo 39). El Maestro sabía que Jacobo sería rechazado y muerto por afirmar que era discípulo de Cristo (ver Hechos 12:2) y que Juan sería rechazado y enviado al exilio a una isla (ver Apocalipsis 1:9). Cada uno realmente pasaría por un sufrimiento similar al que Jesús pronto enfrentaría.
Al igual que Jacobo y Juan, algunos cristianos tienen un concepto equivocado de lo que significa seguir a Jesús. “¿Cómo me voy a beneficiar por ser creyente?” preguntan ansiosos. Les resulta difícil aceptar el mensaje de que la vida cristiana no siempre es un viaje al cielo en una alfombra mágica, libre de problemas. No van a vivir como reyes, por lo menos aquí en la Tierra.
Si alguien debió haber vivido como un rey en la Tierra, debió haber sido Jesús. Pero vivimos la vida de siervos, como lo hizo Jesús. Por eso, no preguntamos qué podemos obtener por ser creyentes, aunque la Biblia nos promete que las recompensas y bendiciones por seguir a Cristo no tienen fin. Esta es la pregunta que debemos hacer: “¿Qué puedo dar como siervo de Dios y de mis prójimos?”.
Jacobo y Juan Zebedeo llegaron a ser grandes no por los altos puestos en un gobierno establecido por Jesús, sino por servir con altruismo a él y su iglesia. Finalmente se dieron cuenta de que dar —no recibir— ¡es el corazón de la vida cristiana!
PARA DIALOGAR: ¿Qué tipo de grandeza esperas en el reino de Dios?
PARA ORAR: Señor Jesús, hoy queremos servirte en forma desinteresada.
PARA HACER: Imita hoy a tu Salvador. ¡Realiza un acto de servicio inesperado!


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