Lectura bíblica: 1 Samuel 16:7
El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehovah mira el corazón. 1 Samuel 16:7
Cuando Samuel se miraba al espejo, no veía más que cicatrices, el resultado de un accidente automovilístico que le desfiguró el rostro para siempre. Se sentía peor que feo. Su autoimagen distorsionada le decía que era un monstruo. En la escuela, Samuel sentía constantemente el rechazo de los chicos, especialmente de las chicas. Para sobrevivir, Samuel evitaba a la gente y se pasaba 20 horas por semana mirando películas, escapándose a la oscuridad del cine, un lugar donde nadie podía ver al monstruo que creía ser.
Las apariencias importan muchísimo en nuestra sociedad. Gastamos anualmente millones de dólares en ropa, cosméticos, joyas y programas de ejercicios para mantenernos en forma; y cientos de millones más para cambiar nuestra apariencia con tatuajes, perforaciones del cuerpo, liposucciones y cirugías plásticas. Pareciera qué cuanto más nos acercamos a la “perfección”, menos nos queremos.
Tu apariencia física no determina tu verdadera identidad. No es cierto que tu apariencia indica quién eres, porque tu identidad como creación de Dios es mucho más. Como dice la Biblia: “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehovah mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Tema para comentar: ¿Significa todo esto que nuestra apariencia no tiene importancia?
No tiene nada de malo usar la ropa que nos gusta y cuidar el cuerpo para ser lo más atractivos posible. El error está en hacer estas cosas con el fin de ser alguien. Como creaciones únicas de Dios —no importa nuestros aspecto— ya somos personas de infinito valor.
El versículo bíblico que acabas de leer es parte del relato de cómo Dios envió al profeta Samuel a elegir un rey. Cuando el hermano mayor de David, que era buen mozo, pasó orgullosamente por enfrente, Samuel estaba seguro de que él era el candidato. Pero Dios le dijo que mirara más allá de lo externo. Fue entonces que entró David. David trabajaba de pastor, y había luchado contra el león y el oso defendiendo a sus ovejas. Puedes estar seguro de que estaba bronceado y que era musculoso debido a su trabajo. Efectivamente, la Biblia dice que era “de tez sonrosada, de bellos ojos y de buena presencia” (1 Samuel 16:12). Pero no fue su apariencia física lo que lo hizo apto para ser rey. Fue que era “según su corazón [el de Dios]” (1 Samuel 13:14).
Entonces, piensa en esto: ¿Cómo te sientes en cuanto a tu aspecto físico? ¿Tienes que estar bien arreglado para sentirte bien? Dios no te amaría ni más ni menos si fueras la persona más “hermosa” del mundo. Ya te ama por quién eres.
PARA DIALOGAR: ¿Cómo cambia tu opinión de ti mismo cuando piensas que tu apariencia física no es tan buena como debe ser? ¿Cómo nos alienta el que Dios mire algo mucho más profundo que nuestra apariencia?
PARA ORAR: Padre, nos importa lo que los demás piensan de nuestra apariencia. Pero gracias por hacernos tus creaciones únicas.
PARA HACER: Toma nota hoy: ¿Cuántas veces juzgas a una persona por su apariencia?