Lectura bíblica: Marcos 9:2-13
Este es mi hijo amado; a él oíd. Marcos 9:7
A Margarita le dolía el estómago de solo pensar que ya estaba volviendo a su casa después de una semana de retiro de verano organizado por su iglesia.
—Me quiero quedar —lloriqueaba—. Allí es tan fácil ser cristiana. Es maravilloso. Las montañas parecen el cielo. Las lecciones bíblicas son fantásticas. Todo el mundo se lleva bien. Jesús es tan real allí en la cumbre.
Si has estado alguna vez en un campamento cristiano, sabes qué difícil puede ser volver a casa. Las lecciones bíblicas, las horas quietas, las amistades cristianas son tan fáciles que, ¿quién quiere volver a casa?
Pedro, Santiago y Juan tuvieron una experiencia cumbre como la de un campamento de la iglesia. Mientras los tres discípulos más cercanos de Jesús lo miraban maravillados, vieron una luz brillante. Luego aparecieron Elías y Moisés. Era un vislumbre del cielo, igual que el campamento. Después la voz de Dios sacudió las nubes y se acabó la experiencia cumbre.
¿No es así como te sientes cuando vas a un campamento o retiro cristiano? Música maravillosa, un ambiente lleno de Dios, ser cristiano no puede ser más fácil que esto. Camino a casa es probable que cantes canciones del campamento hasta quedarte ronco. Todo es color de rosa y deslumbrante. Pero después ¡de regreso a lo de siempre! El despertador te saca de la cama, la ropa que trajiste del campamento todavía está sucia y hoy la quieres usar, y una vez más tu mamá te hace comer avena para el desayuno. No te gusta la avena, aunque la comiste con gusto en la montaña.
Reconócelo: Tu vida ha vuelto a la realidad, buena o mala.
Pero, ¡espera! Fíjate una vez más en Marcos 9:9. Son cuatro los que están bajando de su experiencia cumbre en la montaña al valle. Pedro, Santiago, Juan, ¡y Jesús!
Esa es una verdad que quizá olvidas al volver del campamento, al terminar la Escuela Bíblica de Vacaciones o alguna otra experiencia espiritual cumbre. Jesús no está encadenado a un pino en la montaña, a una rústica capilla y ni siquiera al salón de los jovencitos de la iglesia. Camina contigo en tu diario vivir para ayudarte cuando suena el odioso despertador, cuando la ropa todavía no se ha lavado y cuando tienes que tragar esa comida que no te gusta.
Es indudable que para los discípulos fue un gozo subir la montaña y vislumbrar la gloria de Jesús. Esas son experiencias extraordinarias que te cargan las baterías espirituales, o que te pueden cambiar permanentemente. Lo malo es que la vida diaria no se vive en la cumbre. Lo bueno es que si miras alrededor del valle, encontrarás a Jesús, acompañándote y ayudándote a vivir el regocijo de lo que experimentaste en la cumbre.
PARA DIALOGAR: ¿Qué pueden hacer tú y tus amigos creyentes para que la vida diaria en casa se parezca un poquito más al cielo?
PARA ORAR: Señor Jesús, gracias por estar con nosotros en casa. Queremos que nos acompañes en las experiencias cumbre y en los valles de la vida.
PARA HACER: ¿Piensas ir a un campamento cristiano o asistir a la Escuela Bíblica de Vacaciones, o has participado en una en una de esas actividades recientemente? ¿Qué planes tienes para mantenerte cerca de Jesús?