Lectura bíblica: Filipenses 1:3-6
Estando convencido de esto: que el que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús. Filipenses 1:6
Es probable que creas que sobrevivir las críticas es difícil. Pero, ¿qué tal te comportas cuando alguien piensa que eres maravillooooso?
Tema para comentar: ¿Cómo reaccionas cuando alguien te elogia?
Quizá hayas notado que es fácil caer en uno de dos extremos. El primero es la humildad falsa. Si alguien te elogia por un solo que cantaste, niegas tus logros diciendo algo como: “No, no, no, canto horrible”. Pero todos los que te oyen saben que por dentro estás gritando: “¡Dímelo otra vez! ¡Dime qué grande soy!”.
El otro extremo es la arrogancia. Coincides con los elogios al punto de presumir. Alguien dice una cosa linda y tú le recuerdas de 20 cosas más que haces bien. Eres como el jugador de fútbol que mete un gol, empieza a correr y saltar, recibe contento las palmeadas de sus compañeros, se da él mismo un fuerte abrazo y levanta los brazos hacia el público para que lo sigan aplaudiendo y vitoreando.
Aquí va una manera más adecuada de manejar un elogio: Empieza por preguntarte si realmente lo mereces. Si el mérito le corresponde a otro, no dejes de decirlo. Si eres tú quien se lo merece, sencillamente responde: “Muchas gracias”.
Lo único mejor que hacer algo que merece un elogio es recibir el elogio con dignidad. Bueno, excepto esto: Cuando recibes un elogio, susúrrale tu agradecimiento a Jesús. No tienes que expresarlo en voz alta. Pero en tu corazón le puedes decir a Dios que sabes el origen de tus asombrosos dones, increíbles habilidades, de tu magnífica apariencia y tu personalidad ganadora.
Dios es el que se merece el mérito por todo lo que logras. Y el pasaje que leíste nos dice por qué. Dios es el que está obrando en ti, y las cosas buenas que has podido hacer en tu vida proceden de él. De principio a fin eres obra de Dios. Y por más maravilloso que seas, no has alcanzado todo tu potencial. Dios tiene tu vida en sus manos para hacerte aún mejor.
Dios te hizo como una rosa. Sin cuidados, la rosa nunca llega a ser todo lo que puede ser. De hecho, las rosas no cuidadas permanecen pequeñas y espinosas. Pero a medida que un maestro jardinero cuida la rosa, ésta crece y llega a ser aún más hermosa. Llega a ser todo lo que es capaz de ser. ¡Ese es el plan de Dios para ti!
PARA DIALOGAR: ¿Estás agradecido porque Dios está siempre contigo para ayudarte a crecer hasta alcanzar todo tu potencial? ¿De qué modo lo ves obrando en ti?
PARA ORAR: Señor, gracias porque estás obrando en nosotros. Queremos darte el mérito por todas las cosas buenas que hacemos.
PARA HACER: Da gracias hoy a Dios por un buen amigo. ¡Pero también piensa en una de sus buenas cualidades y elógialo por ella!