El cuerpo que te necesita


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Lectura bíblica: Romanos 12:3-8
Así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero todos somos miembros los unos de los otros. Romanos 12:5
Las partes de tu cuerpo se están juntando para una reunión. El presidente, tu mano, abre la sesión. Tu mano, después de todo, es la única que puede sostener un mazo. Para sorpresa de todos, como primer asunto en la agenda, los dedos grandes de tus pies pasan al frente.
—¡Renunciamos! —gritan.
—¿De qué están hablando, Dedos Gordos de los Pies? —rezonga tu panza.
—Estamos cansados de que nos pisoteen —se quejan juntos los dedos.
—Es que están muy abajo —inyecta el codo haciéndose el gracioso.
Mano da golpes con el mazo:
—¡Orden, por favor!
—Nos vamos y los dejamos —responden los Dedos Gordos—. Podemos caminar a donde se nos dé la gana.
—Pero no podrán ver a dónde van —comentan los ojos.
—Ya nos arreglaremos —insiste uno de los dedos—. A lo mejor nos llevamos a nuestros amigos. Los pies piensan igual que nosotros. Es probable que se vengan con nosotros.
El ceño se frunce. Luego habla la boca:
—Quizá puedan arreglárselas sin nosotros, Dedos Gordos de los Pies, pero nosotros no podemos arreglárnosla sin ustedes. Contamos con ustedes para mantener el equilibrio.
—Por ustedes —dicen las manos— podemos marchar adelante. Los dedos de los pies se menean ante tanta atención.
—En realidad nos gusta andar con el resto de ustedes. Bueno, quizá nos necesitamos los unos a los otros más de lo que habíamos creído.
—Eso es lo que he estado pensando todo este tiempo mientras hablaban— concluye el cerebro. Aquí tienes una pregunta para comentar: ¿Piensas a veces como esos dedos gordos de los pies? ¿Desearías poder arreglártelas sin otras personas?
Los cantantes folclóricos Art Garfunkel y Paul Simon cantan el famoso canto de Simon cuya letra expresa que quiere vivir la vida sin la ayuda de otros: “Soy una roca”, cantan. “Soy una isla”.
A muchos nos gustaría cantar lo mismo cuando estamos resentidos con el mundo. Pero un poeta del siglo XVII escribió otras palabras que se acercan más a la verdad: “Ningún ser humano es una isla”.
Por más que te esfuerces, no puedes arreglártelas solo en la vida. Después de todo, hasta Jesús quería la compañía, amistad y la oración con sus pares. Así que tus amigos, familia y otros en la iglesia —el cuerpo de Cristo— tienen algo que necesitas. ¡Tienen la ayuda, el aliento y la compañía sin los cuales no puedes vivir!
PARA DIALOGAR: ¿Saben sus familiares y amigos que ustedes los necesitan? ¿Están satisfaciendo la necesidad que ellos tienen de ustedes?
PARA ORAR: Señor, gracias por mantenernos unidos a los hermanos en la iglesia, el cuerpo de Cristo, que nos ama.
PARA HACER: Adelante. Cuéntenle hoy a alguien que lo necesitas.


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