El camino


Tiempo de lectura: 3 min

Lectura bíblica: 1 Juan 1:8—2:2
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9
—No esperen que sea un supercristiano —protestó Tito—. Trato de ser como mi pastor y los misioneros que visitan mi iglesia. Son creyentes fuertes al máximo. Son tan perfectos, y yo no. Nunca seré como ellos.
Los cristianos maduros que conoces —o de los que has oído hablar— pueden ser más que suficiente para hacerte sentir como un enano espiritual. Pero observa algunos gigantes espirituales más: algunos de nuestros héroes de la Biblia “fueron torturados, sin aceptar ser rescatados… recibieron pruebas de burlas… además de cadenas y cárcel. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a espada” (Hebreos 11:35-37).
No te creas que vas a ser inmediata e instantáneamente como Abraham o Moisés o Rut o David o Pablo. Eso es como querer ser un jugador del equipo ganador de la Copa Mundial de Fútbol, cuando apenas puedes patear la pelota unos diez metros. O una patinadora campeona de las Olimpiadas cuando todavía patinas con un cojín atado en la espalda. O un golfista famoso como Tiger Woods cuando ni siquiera has visto una pelota de golf.
Aquí va una verdad que te puede sorprender y alentar. Esos héroes bíblicos no nacieron gigantes espirituales. Y ninguno de ellos fue perfecto. Esto es lo que dice la Biblia: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).
Esos cristianos ultramaduros también necesitaban aprender cómo estar bien con Dios: “Si confesamos nuestros pecados” escribió Juan, “él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Cuando nos sinceramos en cuanto a lo que hemos hecho, Dios nos perdona por nuestras malas acciones.
Si puedes leer esos versículos de 1 Juan a través de los ojos de esos grandes héroes, te darás cuenta de que todos los creyentes están en un viaje. El primer paso es no ser completamente maduro. Es ser completamente honesto en cuanto a dónde nos encontramos en el camino. Dios sabe que no somos maduros. Dios sabe que pecamos. Pero nos sigue amando. Y quiere tomarnos de la mano para guiarnos por la senda que lleva al cielo.
PARA DIALOGAR: ¿Se desaniman cuando escuchan hablar de los grandes héroes de la fe? ¿Cómo pueden ellos inspirarlos en lugar de frustrarlos?
PARA ORAR: Señor, gracias por llevarnos en el viaje de seguirte a ti.
PARA HACER: Un versículo que necesitarás al viajar por el camino de la fe es 1 Juan 1:9. ¿Qué les parece si confeccionan un señalador para marcar ese versículo? Si dicen el versículo cada vez que abren su Biblia, pronto lo sabrán bien. ¡Y nunca lo olvidarán!


Anterior

Siguiente