Lectura bíblica: Hebreos 13:5, 6
Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé. Hebreos 13:5
¿Te ha sucedido alguna vez una situación embarazosa como las siguientes? A ver, levanta la mano cuando alguna de las siguientes situaciones se parezca a algo que te pasó a ti.
- Trataste de teñirte el cabello y te salió anaranjado fluorescente.
- Te agachaste y se te rompió el pantalón por atrás.
- Te salió un grano rojo en la frente que parecía un tercer ojo.
- Te dijeron que la ropa que usabas había sido hecha de las cortinas de tu abuela, y que su estilo no te quedaba tan bien a ti como a los chicos de La Novicia Rebelde.
- Descubriste que alguien te puso un letrero en la espalda que decía: “Soy un perdedor. Dame una patada”.
- Sentías un olor terrible, y descubriste que tú eras el del mal olor.
No te gustaría caminar por los pasillos llenos de chicos en la escuela bajo ninguna de esas condiciones tan poco divertidas. Verías que amigos y enemigos por igual se apartarían de ti. Escucharías que murmuran de ti, o algo peor. Y definitivamente no te sentirías nada seguro de ti mismo.
Cuando nos preguntamos si nos vamos a sentir aceptados, nos sentimos inseguros. Cuando nos miramos al espejo y lo único que vemos son defectos, empezamos a creer que nadie nunca querrá pasar el rato con nosotros.
Pero tú no tienes por qué sentirte así. ¿Por qué? Porque somos aceptados por aquel que más importa: Jesucristo. Nos acepta como amigos tal como somos: con el cabello anaranjado fluorescente, la nariz colorada, los pantalones rotos, con las medias que no hacen juego, y todo lo demás. Ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos. Quiere estar con nosotros no importa cómo nos sintamos con respecto a nosotros mismos.
Ahora piensa en lo que esto significa. Si Jesucristo, el Creador del universo, nos acepta, ¿qué importa si nadie más nos acepta? Eso no significa que dejamos de necesitar a otras personas, pero podemos dejar de necesitar su aceptación para sentirnos bien.
Cuando te das cuenta de que Cristo te acepta incondicionalmente, no tienes que centrarte en ti mismo. Puedes poner tu atención en los demás. Casi todos tus amigos se sienten inseguros, aunque quizá no lo demuestren. Necesitan a alguien que los ayude a satisfacer sus necesidades acercándose a ellos y señalándoles a Jesús. Saber que Cristo te acepta te deja aceptarlos a ellos como amigos así como Cristo te aceptó a ti.
PARA DIALOGAR: ¿De qué manera saber que Cristo te acepta te ayuda a aceptar a otros?
PARA ORAR: Jesús, te damos gracias porque nos aceptas completamente.
PARA HACER: La mayoría no te va a creer si simplemente dices que los aceptas. Haz algo hoy para demostrar que aceptas a alguien con quien has sido antipático en el pasado.