Lectura bíblica: Gálatas 3:26-28
Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Gálatas 3:28
Aquí va una pregunta para comentar: ¿Qué aspecto tenía Jesús?
Se han pintado cuadros de Jesús que lo representan prácticamente de miles de maneras, todas menos como un extraterrestre, y quizá alguien haya pintado uno así también. Pero la mayoría nos imaginamos a Jesús como un actor de cine más o menos joven, cabello oscuro, ojos oscuros. Y blanco. Bronceado, seguramente, pero definitivamente blanco. El tipo de blanco que nos podríamos encontrar en el norte de Europa en pleno invierno.
La verdad es que el color de la piel de Jesús probablemente era algo más oscura. Era judío. Que era un hijo del Medio Oriente no cabía duda cuando compareció ante Pilato, un romano pálido.
En realidad, ¿qué importancia tiene? La tiene porque algunos usan a Jesús o a la fe cristiana para justificar su odio por otros pueblos, especialmente pueblos no cristianos, como los musulmanes del Medio Oriente.
Pero Jesús es la mejor razón por la que el prejuicio racial (despreciar a grupos de personas por su raza o el color de su piel) es malo. Aunque Jesús nació como un ser humano en un lugar y un tiempo específico y tenía características raciales específicas, su raza y color no limitaron su relación con la gente. ¿Cómo lo sabemos?
- Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, los judíos odiaban a los samaritanos y los despreciaban porque no adoraban a Dios del mismo modo que ellos. Jesús era judío, no obstante, habló libre y respetuosamente con una mujer samaritana (ver Juan 4:4-30).
- Las costumbres judías dictaban que Jesús no debía entrar en la casa de alguien que no era judío. No obstante, cuando un oficial del ejército romano le rogó que sanara a su siervo que estaba enfermo en casa, Jesús lo sanó (ver Lucas 7:3-10).
Jesús vivió en un tiempo y lugar que determinaba cómo tratar a las personas en base a su raza (judío o gentil), su clase social (esclavo o libre, rico o pobre) y género (hombre o mujer). Pero Pablo destacó en Gálatas 3:26-28 que Jesús arrasó con esos prejuicios. Como seguidores de Jesús, tenemos la oportunidad de ser como él, no porque compartamos el color de su piel o su raza, sino por aceptar y amar a las personas sin importarnos su sexo, clase o raza.
PARA DIALOGAR: ¿De qué maneras se parece Jesús a ti o actúa como tú? ¿En qué sentido es diferente?
PARA ORAR: Señor Jesús, ayúdanos a ser como tú. Ayúdanos a superar nuestros prejuicios contra personas que no son de nuestra misma raza, o contra hombres o mujeres, o contra personas que tienen más o menos dinero del que tenemos nosotros.
PARA HACER: Sal a comer esta semana con alguien que no es de tu misma raza o clase social.