Aquí viene el juez


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Lectura bíblica: Romanos 3:21-23
Dios nos libra de culpa por medio de la fe en Jesucristo. Romanos 3:22 (DHH)
Un joven declarado culpable de un crimen serio se encuentra de pie esperando la sentencia del juez. El juez le lanza una mirada de desprecio:
—¿Admites que tus acciones fueron perjudiciales?
—Sí, Su Señoría —dice suavemente el acusado, su cabeza inclinada por la vergüenza.
—¿Y sabes que la ley dicta que debes ser castigado por tu crimen?
—Sí, señor.
El juez mira al joven y dice:
—Sobre la base de las evidencias y en razón de que reconoces que eres culpable, este tribunal te sentencia a pagar $10.000 de multa o un año de reclusión en la cárcel.
—Pero, Su Señoría —dice el joven tratando de contener sus lágrimas— no tengo $10.000.
—Joven —responde el juez con firmeza— la ley exige que pagues la multa o marches preso por un año.
Luego, da un golpe con el mazo, en señal de que el caso ha concluido.
Mientras el público se retira, el juez baja de su estrado y se acerca al joven.
—Ven conmigo —le dice.
El acusado sigue al juez hasta la ventanilla donde los delincuentes pagan sus multas. Mientras el joven observa, el juez saca una chequera del bolsillo. Escribe con cuidado un cheque por $10.000, la cantidad total de la multa. Lo firma y lo entrega al cajero. Luego se vuelve al joven y le dice con una sonrisa:
—Quedas en libertad. Puedes retirarte, hijo. Al joven se le llenan los ojos de lágrimas:
—No merezco esto, pero gracias, papá. Luego se abrazan.
¡Este es un cuadro de cómo te ama Dios! No puedes obedecer completamente la ley de Dios. Por tus pecados te mereces una condena que no puedes pagar. Y Dios, el juez perfecto, no puede perdonar tus pecados hasta que la multa no sea pagada. Pero Dios —quien es tu Padre que te quiere— baja de su estrado y paga él mismo la multa que te corresponde.
Lo único que tienes que hacer para recibir el inmenso perdón de Dios es aceptar su generoso regalo. ¿Cómo? Confiando en Jesucristo para que te quite tus pecados. Entonces, todo ha sido perdonado, y puedes disfrutar de que eres un hijo muy querido de tu Dios justo que te ama completamente.
PARA DIALOGAR: ¿Qué si Dios no hubiera enviado a Jesús para arreglar las cosas entre tú y él? ¿Cómo te sentirías si todavía estuvieras bajo condena por tu pecado?
PARA ORAR: Señor, gracias por enviar a Jesús como la única manera para que nuestros pecados pudieran ser perdonados y así estar libre para seguirte.
PARA HACER: Dios te ha perdonado generosamente. ¿Quién te ha hecho un mal a ti y necesita saber que lo has perdonado? ¿Cómo puedes darle esa gran noticia?


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