Lectura bíblica: 1 Corintios 13:8, 13
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13
Cuando va llegando el verano empiezan las vacaciones escolares.
Tres meses antes, ya habías comenzado a pensar que el año escolar terminaría, pero aun faltaban algunos meses. A los dos meses, podías decir cuántas semanas de clase faltaban. El mes siguiente, empezaste a contar los días. La última semana estabas contando las horas, los minutos y por último, los segundos.
En esos últimos momentos cuando concluía el año escolar, te detuviste en el tiempo, uno de los lapsos más lentos conocidos por el ser humano. El último día, cuando cerrabas definitivamente tus libros de texto, limpiabas tu escritorio y esperabas que tocara la campana final, el tiempo pasaba tan despacio como si estuvieras viendo una hormiga medio muerta tratando de ir de un extremo del pizarrón al otro. Hasta pudiste haber notado este efecto sorprendente: Si fijas la mirada en el reloj de la escuela durante la última hora del año escolar, las manecillas en realidad retroceden.
Bueno, realmente no. Pero no es ningún secreto que esos segundos finales parecen una eternidad.
Sabes lo que es que los momentos desagradables parezcan una eternidad. Pero la Biblia dice que hay una cosa grandiosa que querrás que dure para siempre, y durará. Es el amor de Dios.
Nunca hubo —ni nunca habrá— una demostración más grande de amor que lo que Cristo hizo en la cruz. Romanos 5:8 dice: “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. En ese momento de la historia, tuvimos una demostración sin igual del amor total de Dios por nosotros.
Pero el amor de Dios no acabó en la cruz. Dios sigue amándonos cada momento de cada día. Y cuando Jesús resucitó, nos dio a todos la tarea de extender su amor por todo el mundo (ver Mateo 28:18-20). Cuando amamos a alguien como Cristo nos ama, el impacto de nuestra acción puede durar tanto como el amor de Dios. Es como hacer caer las piezas de dominó. Nuestro amor afecta a alguien; esa persona se siente amada y demuestra amor a otro, que a su vez ama a otro. Esto sigue, sigue y sigue.
Entonces, ¿estás centrando tu vida en lo que realmente perdura: amar a Dios y amar a los demás como te ama Jesús? Podemos agradecer a Dios porque su amor dura aún más que esos últimos momentos del año escolar.
PARA DIALOGAR: Si colocas el amor al principio de tu lista de cosas para hacer, ¿a quién puedes afectar?
PARA ORAR: Jesús, ayúdanos a que amarte a ti y amar a otros, hoy y siempre, sea lo primero en nuestra lista de cosas para hacer.
PARA HACER: Prepara una lista de todas las cosas que haces. Al apuntar cada cosa, hazte esta pregunta: ¿Cómo estoy usando esta actividad para tener un impacto duradero en la vida de los demás?