Adivina a quién estás sirviendo


Tiempo de lectura: 3 min

Lectura bíblica: Mateo 25:35-40
De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Mateo 25:40
Toma esta rápida prueba para medir el grado de ayuda que prestas a otros:
Cierto   ❑ Falso  Una vez me lastimé el brazo en la escuela por levantar tanto la mano para ofrecerme a ayudar a mi maestra.
Cierto   ❑ Falso  Me levanto entusiasmado todas las mañanas. El primer pensamiento que
me viene a mente es éste: ¿Quién necesita mi ayuda hoy?
Cierto   ❑ Falso  Me encanta cuando tengo que ceder el mejor asiento en un viaje largo.
Cierto   ❑ Falso  Limpio mi habitación sin que me lo ordenen. Además, limpio toda la casa simplemente porque me gusta hacerlo.
¿Te recuerdan estas declaraciones a alguien que conoces? Bueno, quizá no.
Tema para comentar: ¿Qué hacemos para ayudarnos unos a otros? ¿Por qué hacemos estas cosas?
La mayoría de nosotros necesitamos un empujón que nos motive a apoyar a otros. El apóstol Santiago debe haberse encontrado con personas como nosotros porque escribió: “Si un hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y saciaos’, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de que sirve?” (Santiago 2:15, 16).
Así que, ¿cómo haces para entusiasmarte para dar un apoyo útil a los que te rodean? ¿Y cómo te sentirías si el amigo que necesita tu apoyo fuera el mismo Jesús? Supón que acabas de terminar de ayudar en tu casa o de ayudar a un amigo a resolver un problema. Alguien te da un golpecito en el hombro. Te das vuelta y ves que es Jesús. Te dice: “Hola, gracias por tomarte el tiempo de ayudarme. Tu ayuda significa mucho para mí”. ¿No te sorprendería?
Según Mateo 25:35-40, Jesús quiere que sus seguidores sirvan a sus prójimos. Y cuando lo hacemos, le servimos a él. Es como si Jesús estuviera diciendo: “Estaba atrasado con mis tareas escolares, y tú me ayudaste. Mis padres me dijeron que limpiara el garaje, y tú me ayudaste. El sábado tuve que ayudar todo el día a mis abuelos a mudarse, y tú apareciste para llevar las cajas”. Cada vez que ayudas a un amigo, Jesús aplaude esa ayuda como si se la hubieras brindado directamente a él.
¡Ese es un pensamiento increíble! Cada vez que ayudas a otros piensa: “Lo que estoy haciendo, lo estoy haciendo para Jesús”.
PARA DIALOGAR: ¿Te motiva querer ayudar a otros cuando piensas que realizas tus acciones para Jesús?
PARA ORAR: Señor, cuánto nos cuesta hacer algo por otras personas; ayúdanos a imaginarnos que estamos haciendo estas cosas para ti.
PARA HACER: ¿Qué tarea o acto servicial has dejado hasta el final de tu lista de cosas para hacer? ¡Realízala hoy!


Anterior

Siguiente